Como ya os comenté en mi última entrada de croquetas, las que hace mi madre
de gambas son realmente sublimes. Y creo que ya iba siendo hora de compartirlas
con todos vosotros.
¡ Bueno !, muchos pensarán que me
puede el amor de hijo, pero no sólo soy yo el que piensa así. Porque todos los
que conozco que las han probado terminan enganchados a estas croquetas tan especiales.
Y sorprende que una receta tan sencilla resulte tan exquisita, pero a veces
lo simple es el camino más corto a la perfección.
Lo único que necesitamos para hacerlas perfectas es utilizar unas buenas
gambas. ¡ Y merece la pena hacer un extra y comprar medio kilito de gambas frescas
¡. Pero si tu presupuesto no lo permite, con unas gambas arroceras, de las congeladas,
también obtendrás un resultado más que
aceptable.
Ingredientes:
- 1 cebolla mediana
- ½ Kg de gambas
- ½ litro de leche fresca
- 2 cucharadas y media de harina
- 4 cucharadas de aceite de oliva
virgen extra
- 2 huevos pequeños batidos
- Pan rallado
- sal
Preparación:
En una sartén pon el aceite y, a fuego medio, pochar la cebolla previamente rallada (también
puede ser picada si nos ayudamos de una picadora eléctrica).
Echa las gambas peladas y picadas y rehógalas junto con la cebolla.
Incorpora la harina y cuando se haya tostado
ligeramente comienza a añadir poco a poco la leche templada. No te olvides de
remover continuamente con una cuchara de palo para evitar que se hagan grumos.
Prueba y rectifica de sal si fuese necesario, pero con moderación. No olvides que las gambas ya aportan algo de sal.
Prueba y rectifica de sal si fuese necesario, pero con moderación. No olvides que las gambas ya aportan algo de sal.
Cuando la salsa esté bien ligada sube el fuego y sigue dando vueltas con la
cuchara de palo para que no se pegue. Continua unos 12-15 minutos a fuego medio hasta que tengas un
relleno más consistente que una salsa bechamel. Un truco para saber que ya está
suficientemente consistente es que se separe con facilidad de las paredes de la
sartén.
Echa el relleno en un recipiente rectangular de aproximadamente 22x16 y
deja que se enfríe. Tápalo y mételo en el frigorífico durante 1 día.
Al día siguiente, saca la masa del frigorífico y mientras vas dando forma a
las croquetas ayudándote con una cuchara y tus manos, pon a calentar una sartén
con abundante aceite a fuego medio-alto.
Pasa las croquetas por huevo batido y a continuación por pan rallado.
Fríelas hasta que tengan un bonito color dorado. Sácalas con una espumadera
y déjalas en un plato sobre papel de cocina para eliminar el exceso de grasa.
Chemadiez
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